Publicado el 26-04-2006 / Edición Nº 4 / Año III

 














HACIA UN HIPERTEXTO IDEAL PARA LOS SITIOS DE NOTICIAS
por Rost Alejandro
Universidad Nacional del Comahue
Rost Alejandro (26-04-2006). HACIA UN HIPERTEXTO IDEAL PARA LOS SITIOS DE NOTICIAS.
HOLOGRAMATICA - Facultad de Ciencias Sociales UNLZ
Año III, Número 4, V1
ISSN 1668-5024
URL del Documento : https://cienciared.com.ar/ra/doc.php?n=721
URL de la Revista : https://cienciared.com.ar/ra/revista.php?wid=3

RESUMEN:

El hipertexto es una de las características distintivas que tiene el periodismo digital en la construcción de la actualidad. A través de su diseño hipertextual, el periódico digital puede asociar contenidos, establecer jerarquías entre las noticias, proponer caminos de lectura, promover la participación del lector, abrir el periódico a nuevas fuentes y personajes, contextualizar, relacionar y ampliar informaciones. El hipertexto es un telar para tejer posibilidades interactivas en la WWW, tanto en la selección de contenidos como en la comunicación entre individuos.

Sin embargo, pocas veces se lo utiliza como herramienta expresiva. Por el contrario, muchos sitios de noticias en la red sólo ven al hipertexto como el elemento inevitable que les permite la estructuración de contenidos en un volcado del diario impreso a su versión digital. De esta forma, el lector queda entrampado a menudo en diseños rigurosamente jerárquicos (que a menudo ni siquiera son fieles a la jerarquización propuesta para las noticias del diario papel), sin conexiones externas que permitan aprovechar las posibilidades intertextuales de la red, y con recorridos que le restan posibilidades de intervención en el discurso público del medio. Un medio que se ofrece, tecnológicamente hablando, como más participativo y democrático para el debate público de ideas.

En este trabajo analizaremos el concepto del hipertexto desde el punto de vista del periodismo. Ensayaremos una definición y estudiaremos sus cinco propiedades básicas: multilinealidad, intertextualidad, navegación y recuperación de la información, interactividad y mayor poder al lector.

PALABRAS CLAVE: concepto de hipertexto, periodismo digital, propiedades del hipertexto
ABSTRACT:

Hypertext is one of the distinctive characteristic that digital journalism has in its construction of reality. Through its hypertextual design, a digital journal can associate contents, establish hierarchies between news , propose paths for reading, promove reader's participation, open the newspaper to new sources and characters, making context, relating and widing information. Hypertext is a loom to knit the interactive possibilities in the WWW, in the contents selection as in the communication between individuals.
However, it is not much used as a experssive tool. On the contrary, many news sites in the net only use hypertext as an inevitable element for the contents structure. In this way, the reader is traped in stright hierarchical designs (that often are not even faithful to the hierarchy proposed in the paper journal) without external connections that allow the intertextual possibilities in the net, and with paths that reduce the possibilities of intervention in the public discourse of the journal. A media offered, technologically speaking, as more participative and democratic for the public debate of ideas.
In this paper we analyse the concept of hypertext from the point of view of journalism. We will reherarse a definition and study its five basic properties: multilineality, intertextuality, navigability and information backup, interactivity and more power to the reader.

KEYWORDS: hypertext concept, digital journalism, hypertext properties

EL HIPERTEXTO Y SU HISTORIA

Alrededor del hipertexto sobrevuela una doble acepción. Desde un punto de vista técnico –y sin adentrarnos en las implicaciones del concepto- es una tecnología informática, una herramienta que permite enlazar distintos bloques de textos (nodos) a través de vínculos electrónicos (enlaces). Y al mismo tiempo, es el tipo de texto resultante de estas vinculaciones, es decir una forma de organizar el discurso que se constituye a través de nodos y enlaces.

El concepto de hipertexto tiene una larga historia ya contada en extenso en muchos trabajos (véase por ejemplo, Caridad y Moscoso, 1991; Nielsen, 1995). Sólo diremos aquí que hay cuatro hitos en la historia del hipertexto. Su primer antecedente conceptual se remonta a 1945, un año antes de que se creara la primera computadora. Un ingeniero llamado Vannevar Bush, que era consejero científico del presidente Franklin Delano Roosevelt, imaginó ya entonces un sistema de almacenamiento y recuperación de la información que hoy recuerda al hipertexto[1].

El segundo hito lo protagonizó Douglas Engelbart, otro ingeniero que fue fundamental en ese proceso de transformación de la computadora desde una máquina de calcular de uso científico y militar a una herramienta de comunicación de uso doméstico: fue el que creó el ratón, el sistema de ventanas y los íconos gráficos. Engelbart en 1962 rescató las ideas de Bush en un extenso trabajo que llamó The augmentation of man´s intellect: a conceptual framework[2]. Y seis años después presentó un sistema de hipermedia denominado NLS (oNLine System).

Pero si Engelbart creó el primer hipertexto real, el que le puso nombre a esa herramienta fue un filósofo y profesor de literatura llamado Theodor Nelson. Definió al hipertexto como “una escritura no secuencial” (Nelson, 1993: 0/2). Y le dio una aplicación literaria en un sistema que llamó Xanadú[3].

Finalmente, el desarrollo del hipertexto tuvo un impulso importante primero con la popularización de las primeras computadoras personales que empezaron a adquirir verdadera significación social a partir de 1981 (IBM) y 1984 (Macintosh). Y sobre todo luego en 1989 con la creación de la World Wide Web, por parte del británico Tim Berners-Lee y su colaborador francés Robert Caillau, quienes se basaron en aquellas conexiones hipertextuales de Nelson para idear el lenguaje HTML (Hypertext Markup Language).

 

EL HIPERTEXTO Y SUS MITOS

Mientras se define al concepto técnicamente, no suele haber discusiones. Los problemas en cambio se evidencian cuando se profundiza en qué implicaciones tiene el hipertexto para la escritura y lectura de los textos, qué poder real le confiere al lector, y cuáles son las diferencias que plantea con el papel.

Como ya hemos señalado en otros trabajos (Rost, 2001 y 2002), desde que Nelson acuñó el término y lo definió como escritura no secuencial o no lineal ha prevalecido una postura más bien mítica sobre el hipertexto. Teóricos ya clásicos como Jay David Bolter (1990) o George Landow (1995 y 1997) han sido los principales constructores de una visión del hipertexto que le atribuye tantas propiedades a esta nueva herramienta como efectos negativos a la escritura impresa.

Se basan en los siguientes supuestos:

-          El hipertexto es una textualidad estructurada en red, abierta y sin un centro.

-          Esta textualidad laberíntica no tiene principio ni fin, ni un arriba ni un abajo, ni un orden canónico como sí tiene en cambio la escritura en papel.

-          El hipertexto viene a liberarnos de las jerarquías impuestas durante siglos por la palabra impresa, democratizando en un mismo acto la escritura y la lectura.

-          El hipertexto permite, por fin, cumplir los ideales de textualidad de los posestructuralistas (Jacques Derridas, Roland Barthes, Michel Foucault y Mikhail Bakhtin), al sustituir las nociones de centro, margen, jerarquía y linealidad por otras como multilinealidad, nodos, nexos y redes.

-          Ahora sí, el lector del hipertexto se vuelve también autor debido a que, al elegir de entre una multiplicidad de caminos de lectura, participa activamente en la deconstrucción del discurso, cuestionando así las voces tiránicas que gobiernan el papel.

-          El hipertexto permite seguir los caminos de la mente, que también opera por asociaciones. Una mente que, hasta ahora, estaba constreñida por el orden secuencial de lectura que impone el papel.

A esta postura cabe hacerle (al menos) cuatro observaciones:

En primer lugar, Bolter y Landow muestran a un lector totalmente subordinado a la tecnología. Paradójicamente, estos autores que pretenden destacar el papel del lector, lo terminan anulando en sus propiedades hermenéuticas. En la medida que describen al lector del libro impreso como un individuo a total merced de una organización jerárquica, cerrada y lineal, y lo oponen al revolucionado lector activo de hipertextos, Bolter y Landow terminan depositando un poder tan extraordinario en la tecnología que pierden de vista al receptor. Poco tienen que ver estas ideas con la multiplicidad de significados que ven los citados posestructuralistas en la obra literaria impresa, tanto por la propia naturaleza simbólica del lenguaje como por el contexto cultural en el cual se actualiza a través del acto de la lectura[4]. No se trata de menospreciar las propiedades intertextuales e interactivas que tiene el hipertexto, como además pretenden desde la trinchera opuesta los tecnofóbicos, pero tampoco dotar a esta herramienta de unos superpoderes que terminan ocultando el papel del individuo y la sociedad en su relación dialéctica con la tecnología.

En segundo lugar, muchos textos impresos tampoco siguen un orden secuencial expositivo. De hecho, la historia del texto es la historia de un progresivo desprendimiento de su propia linealidad, como demuestra Christian Vandendorpe (2002). Este profesor canadiense explica cómo el texto ha recorrido a lo largo de siglos un camino lento pero sostenido hacia una mayor “tabularidad”[5].

El paso del papiro al códice, la separación entre palabras y párrafos, la estabilización de los signos de puntuación, la introducción de índices y sumarios, la paginación, y las notas a pie de página son sólo algunos ejemplos de cómo el texto se vuelve más tabular y accede al “orden de lo visual”. Los diccionarios y enciclopedias también demuestran que el lenguaje impreso no siempre obedece a un orden lineal. En la literatura contemporánea, no escasean tampoco los ejemplos de escritores que buscaron romper de una u otra forma la linealidad[6].

Pero un caso todavía más claro de multilinealidad son los diarios impresos actuales, que son diseñados como si se tratara de coloridos mosaicos que ofrecen al mismo tiempo múltiples niveles de lectura para que el lector pueda marcar su propio ritmo, así como establecer el orden de acceso al contenido de cada noticia.

Veamos el concepto de diseño de periodismo impreso que dio Ricardo Bermejo en el congreso mundial de la SND (Society of Newspaper Design) en Barcelona en 1995: “entendemos el diseño y la presentación de la información como si hiciéramos un viaje en helicóptero. No queremos un viaje en avión de un lado a otro sin ver nada, queremos un viaje en helicóptero donde podamos descender por valles, ascender a muchos metros de altitud. Al lector se le debe permitir hacer ese juego con el periódico. Poder descender o tener la posibilidad de pasar rápido las páginas” (citado en Armentia, Elexgaray y Pérez, 1999: 45 y 46). Las similitudes de esta imagen del proceso de lectura en el medio impreso con el recorrido que hace el lector interactivo en el hipertexto son más que notorias.

El hipertexto, y el periódico digital, vienen entonces a confirmar y ampliar una tendencia en la multilinealidad del discurso que ya se estaba haciendo presente en diarios y revistas impresos.

En tercer lugar, un orden secuencial de escritura no implica necesariamente un orden secuencial de lectura. Una cosa es cómo se exponen los contenidos y otra diferente es cómo los aborda el receptor. Uno condiciona al otro pero no lo reduce. Son dos momentos diferentes que no se pueden unificar. Un libro puede tener un orden expositivo lineal pero puede ser abordado por el lector de las formas más insólitas[7]. Y si no podemos decir que un orden secuencial de escritura determina sin más el orden de lectura, menos prudente todavía resulta avanzar un paso más y afirmar que esa linealidad en la exposición va a constreñir el pensamiento asociativo, sólo liberado gracias a la multiplicidad de enlaces que permite el hipertexto[8].

Por último, no todos los hipertextos son iguales y organizados en forma de red descentralizada. Por el contrario, y si tomamos como referencia lo que sucede en el máximo exponente del hipertexto como es la WWW, una gran cantidad de sitios estructuran sus contenidos en forma absolutamente jerarquizada y se encierran en forma autista para que el lector no los abandone. Otros aprovechan además la jerarquización de contenidos para que el lector no se pierda y reciba claramente un determinado mensaje. Puede señalarse entonces que hay diferentes maneras de estructurar los contenidos simbólicos a través de un dispositivo hipertextual, y esto repercute en las posibilidades de lectura que tiene el usuario. No hay entonces un hipertexto, sino muchos hipertextos.

En el caso puntual de los periódicos digitales, hemos podido comprobar en otro trabajo de investigación que están lejos de conformar estructuras organizadas en red, abiertas, descentralizadas, en las que existen infinitos caminos de lectura (Rost, 2001). Por el contrario, si bien las estructuras hipertextuales en los casos analizados difieren en ciertos aspectos, tienen una característica común: una fuerte jerarquización de sus contenidos. No hay una red de asociaciones libres y dejadas al azar en el periódico digital[9]. Pero es que tampoco podría haberlas en un sitio web que pretende dar, por lo menos en la mayor parte de sus contenidos, una información clara y precisa. Y el lector quiere además tener un acceso a la información que sea rápido y sin ambigüedades. Lejos de conformar una red descentralizada, los enlaces establecen entonces capas o niveles de importancia para que el lector pueda recibir y encontrar claramente la información, sin ruidos que perturben la decodificación de los contenidos. La estructura verticalizada otorga un orden que es fácil de comprender por el lector, evitando así los riesgos de, en términos de Lluis Codina (2000),  desbordamiento cognitivo que puede presentar la Red.

Sin embargo, una estructura jerárquica sin enlaces horizontales no permite tampoco aprovechar las posibilidades de asociaciones que da el hipertexto y restringe toda participación del lector interactivo en la construcción del discurso. Un Periódico Digital Interactivo debe ordenar el discurso en capas pero también dar alternativas de navegación y exploración al lector para aprovechar estas ventajas que proporciona el hipertexto. Además de ofrecer enlaces externos que abran el discurso del medio a otras voces, y hemerotecas y motores de búsqueda que permitan un acceso alternativo a la información.

Si pensamos ya no en la estructura general sino a nivel de cada noticia, un PDI debe aprovechar la riqueza expresiva del hipertexto y reorganizar la noticia quebrando el “modelo binodal básico” que utilizan hoy la mayoría de los sitios de noticias (Salaverría, 2005)[10]. Implica trabajar en modelos alternativos de estructuración de la noticia, en lo que Martin Engebretsen (2000: 209) denomina hipernoticia (hypernews), es decir “la noticia escrita, estructurada y distribuida como hipertextos”[11].

Por eso, hablamos de un hipertexto ideal para el periódico digital.

 

UN HIPERTEXTO IDEAL

Después de haber intentado desmitificar las posturas “románticas” –como las llama Charney (1994)- sobre el hipertexto, podemos proponer una definición del hipertexto que contemple sus características básicas pero también rescatando cuáles son sus potencialidades discursivas, es decir su  “forma ideal”.

 

El hipertexto es una construcción discursiva basada en la interconexión de bloques de textos digitalizados. Y al mismo tiempo, es la herramienta informática que permite realizar esta particular forma discursiva.

En su forma ideal el hipertexto se presenta como una textualidad multilineal y multimedia que permite:

-          amplificar la intertextualidad,

-          ofrecer nuevas formas de acceso a los contenidos,

-          favorecer la interactividad y, por tanto,

-          dar un mayor poder al lector interactivo en la construcción de la actualidad.

 

-          Es una construcción discursiva porque es una forma de exponer el discurso, una manera de escribirlo.

-          Al mismo tiempo es la tecnología informática que permite concretar los enlaces que dan lugar a esta particular forma discursiva. En ocasiones, hablamos de hipertexto como forma de textualidad y en otras como herramienta informática.

-          Esta forma de construir el discurso se asienta en la conexión de bloques de textos que están almacenados digitalmente, es decir a través de una estructura de nodos (o lexias) y enlaces. Si bien Nelson (1993) extendió su definición de hipertexto a cualquier tipo de escritura no-secuencial –incluso diarios y revistas impresos-, el concepto tiene su aplicación específica en los medios digitales y hoy se reserva para este entorno.

-          Decimos también que en su forma ideal se presenta como una textualidad multilineal –y no “no-lineal”, como dice Nelson- porque se ofrecen múltiples caminos de lectura entre los cuales el lector recorrerá, en forma inevitablemente lineal y secuencial, uno de esos niveles posibles. Es decir, un hiperdocumento permite una serie de posibilidades de construcciones discursivas al receptor. Pero en el momento en que éste se interna en un camino de nodos y enlaces, establece “su” lectura y determina también una “linealidad” específica, provisoria y probablemente única. Una segunda o tercera lectura del mismo texto lo puede llevar a linealidades totalmente diferentes, según los enlaces que seleccione[12].
La multilinealidad (o la no-linealidad) suele ser expuesta como la característica que define el concepto del hipertexto. Y no es errónea esta atribución: de hecho, en otros trabajos la hemos mencionado en una definición general (Rost, 2001 y 2002). Sin embargo, quizás sea más pertinente reservar esta propiedad sólo al hipertexto ideal porque, si bien la multilinealidad es la expresión más generalizada y genuina del hipertexto, también existen ciertas estructuraciones hipertextuales secuenciales y lineales que no ofrecen opciones. Al mismo tiempo, la multilinealidad no es sólo propiedad del hipertexto sino que –como ya vimos- también pueden verse ejemplos de ésta en otras formas de exposición del discurso impresas y audiovisuales. Sí se puede afirmar en cambio que el hipertexto es un campo muy fértil y propicio para la expresión multilineal
[13].

-          Mencionamos también la multilinealidad como expresión ideal del hipertexto. Es decir la posibilidad de integrar distintas morfologías de la información. O, como lo exponen Mitra y Cohen (1999: 188), el texto en la Web ofrece la “convergencia de diferentes tipos de estrategias de representación”.

 

Profundizaremos ahora en las ventajas que ofrece un hipertexto ideal: intertextualidad, navegación y recuperación de la información, interactividad y mayor poder al lector.

 

EL HIPERTEXTO AMPLIFICA LA INTERTEXTUALIDAD

Una de las grandes ventajas que tiene el hipertexto es, obviamente, la instantánea vinculación de textos diversos. La manipulación que permite la digitalización de los contenidos, la ilimitada capacidad de espacio y tiempo, y el hipertexto como herramienta de enlace y de interactividad conforman la plataforma para una intertextualidad amplificada de nuevos discursos.

En realidad, debemos decir que la noción misma de textualidad resulta inseparable de la intertextualidad: en cada texto se entrecruzan siempre una multiplicidad de textos que lo referencian y lo proyectan. El propio texto periodístico es un discurso polifónico que integra numerosas voces. Como explica Borrat, el discurso periodístico es “en buena medida, discurso sobre discursos: sobre discursos ajenos –de los actores, de las fuentes- rara vez íntegramente transcriptos, normalmente citados de manera fragmentaria y/o glosados de manera sintética, pero siempre incorporados al discurso propio que los interpreta y los evalúa” (Borrat, 1989: 95).

Pero este natural entrecruce de textos tiene –o mejor dicho puede tener- otras formas de expansión con el hipertexto. Ananda Mitra (1999), profesora de comunicación en la Universidad de Illinois, considera que la intertextualidad es en gran parte “la fuente de la singularidad” que tiene el discurso en la Web. “En el texto de la WWW, la intertextualidad no está implícita u oculta. Antes bien, se hace explícita e inequívoca, y la efectividad del hipertexto frecuentemente depende de cuán extendida está la intertextualidad”, apunta en otro trabajo en coautoría (Mitra y Cohen, 1999: 184).

En el caso del periódico digital, los enlaces ofrecen la posibilidad de relacionar contenidos del propio medio pero también de otros medios, de organismos públicos y privados, de entidades económicas o sin fines de lucro, de personalidades o de ciudadanos comunes. Todos ellos pueden residir en la misma región física del medio pero también en lugares muy alejados de la sede del medio. Esta red de interrelaciones textuales a través del hipertexto permite la interacción de discursos mucho más variados y disímiles en el medio.

En todos los casos, el link puede remitir no sólo a textos del propio medio que integran esos discursos sino que también pueden –y aquí está lo más interesante- enlazar a los textos elaborados por las fuentes directas de la información. Estos enlaces, si bien todavía en forma bastante tímida, ya acompañan a algunas noticias en medios como por ejemplo La Nación Line (www.lanacionline.com.ar) y, en menor medida, Clarín.com (www.clarin.com.ar).

Esta intertextualidad que pone en relación discursos diversos puede hacer mucho más polifónica la voz del medio. El periódico online tiene la posibilidad así de trascender sus propias fronteras en el aporte de información y se convierte en un poderoso nodo de múltiples relaciones en un espacio de la red que el lector podrá navegar como le plazca (Machado Gonçalves, 2000). Sin embargo, no siempre los medios están dispuestos a ceder un enlace hacia otro sitio de la web: muchas veces porque no tienen una plantilla de periodistas online que pueda dedicarse a estas tareas de búsquedas en Internet, otras veces por incompatibilidad con las líneas editoriales del periódico y habitualmente también por miedo a perder a los lectores. Pero, como señala Thom Lieb (1999), antes que tratar de evitar que el lector se vaya de nuestro sitio, es mejor atraparlo para que vuelva.

Esta apertura a las fuentes directas se constituye, creemos, en una de las principales ventajas que ofrece el periódico digital.

Pero además de decidir el establecimiento de enlaces a otros sitios de la web, el periódico puede habilitar canales para que los lectores participen con su propia voz en el discurso del medio. A través de los foros, las entrevistas en línea, las cartas de lectores, los correos electrónicos a periodistas, las encuestas y, en menor medida, los chat, el periódico digital puede explotar las posibilidades interactivas de comunicación que ofrece el soporte. El lector se vuelve así un productor de contenidos que adquieren relevancia pública. No obstante, como hemos podido comprobar en trabajos anteriores, cuando los periódicos digitales habilitan estos espacios de expresión para el lector, suelen ser espacios que no tienen enlaces con los principales títulos y noticias del medio. Es decir, el discurso de la actualidad va por un carril, y el discurso del lector va por otro y pocas veces estos caminos se cruzan (Rost, 2001).

La intertextualidad se amplifica no sólo con enlaces externos sino también con los enlaces internos del propio medio: enlaces a notas relacionadas del día; a notas anteriores que permiten reconstruir los antecedentes de la noticia; a informes especiales e investigaciones que tienen relación con la noticia y que permanecen disponibles entre los contenidos del medio (en secciones denominadas “temas” o “especiales”); y también a documentos completos (sentencias, resoluciones, proyectos) aprovechando que el medio no tiene límites de espacio ni de tiempo en la acumulación de información. De esta forma, se puede construir una actualidad menos fragmentada y más contextualizada y documentada.

De múltiples formas entonces, el hipertexto ideal enfatiza la intertextualidad, la exterioriza y amplifica dándole voz a nuevos discursos al mismo tiempo que establece nuevas relaciones y vinculaciones entre discursos más o menos diferentes. El hipertexto relaciona y vincula textos, y en la medida que lo hace, potencia la intertextualidad.

 

NAVEGACIÓN Y RECUPERACIÓN DE LA INFORMACIÓN

Un hipertexto ideal ofrece dos interesantes posibilidades de acceso a los contenidos: la navegación y la recuperación de la información. 

Navegar es explorar, andar un poco a tientas en la captación de información que pueda resultar interesante. Es una forma de lectura que va más allá de la lectura secuencial y que sigue las relaciones asociativas entre los nodos: ya sea siguiendo alguna clase de ruta-preestablecida por el autor del hiperdocumento, siguiendo vías aleatorias o estableciendo relaciones ad hoc sobre la marcha. Como señala Lluis Codina (2000:34), profesor de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, la navegación “genera la poderosa ilusión de un desplazamiento físico, como si fuese el propio lector el que se mueve de un punto a otro”. Esta actividad no sólo permite informarse, sino que –evidentemente- también entretiene al lector.

Recuperar, en cambio, es ir en busca de una información específica que el lector está necesitando. El objetivo de un sistema de recuperación de la información es proporcionar herramientas para que, ante un gran volumen de información, el usuario pueda separar la información relevante de la que no lo es. La operación consiste en expresar una “pregunta” al sistema mediante palabras o frases, para que el sistema responda  (Codina, 2000). Los periódicos digitales ofrecen entonces motores de búsqueda y hemerotecas digitales que permiten - no siempre en forma gratuita- rastrear y recuperar información en los archivos del mismo medio o en toda la World Wide Web. La ventaja del entorno digital es que cada palabra puede actuar como un punto de acceso a la información y que el lector puede descubrir combinaciones de palabras significativas en un artículo o varios de un medio. El periódico digital español El País.es (www.elpaís.es) ofrece -tras el rediseño encarado en noviembre de 2002 que lo llevó a convertirse en un medio de pago-  novedosas formas de recuperación de la información: además de las clásicas secciones heredadas del diario impreso, también presenta índices onomásticos, geográficos y por categorías que permiten ingresar a la noticia a través de un listado de los principales personajes, empresas, organismos y países que se citan en cada edición del diario.

Para comprender mejor la diferencia entre la navegación y la recuperación de la información, podemos compararlas con una visita de un cliente a un supermercado. El comprador puede ir a buscar un producto específico que necesita en su casa, por lo que se dirige al lugar específico donde sabe que puede encontrarlo. Pero al mismo tiempo que se dirige hacia ese sitio (los productos de primera necesidad están habitualmente están al fondo del local), “navega” por entre las góndolas sin buscar nada en especial hasta que se detiene en algo que lo atrae, o porque lo necesita o porque se dio cuenta que le gustaría tenerlo. El lector es, entre otras cosas, un consumidor –en este caso del producto informativo- y su comportamiento tanto en la red como al exponerse a todos los medios tradicionales de comunicación no parece diferir demasiado de cuando sale a hacer compras: explora al leer un libro, al leer un diario en papel, al hacer zapping en la televisión o al navegar en Internet.

La diferencia con la navegación en los medios tradicionales es que la ilimitada cantidad de espacio y tiempo y las múltiples conexiones que permite el hipertexto amplifican enormemente la capacidad exploratoria que tiene el lector. Al mismo tiempo, el nuevo medio le ofrece otras posibilidades de acceso y recuperación de la información.

 

EL HIPERTEXTO Y LA INTERACTIVIDAD

La interactividad es una de las características más mencionadas de los medios digitales. Es una palabra de moda. Hoy todos los medios se ufanan de ser “interactivos”. Hay incluso medios tan poderosos como la BBC y la CNN que incorporaron el concepto como identificación de marca para sus medios digitales: el sitio de noticias de la CNN se denomina CNN Interactive y la BBC Online pasó a llamarse a fines del 2001 la BBCI (BBC Interactive). Pero ¿qué es la interactividad? ¿Qué implica ser un medio interactivo?

Concebimos a la interactividad como esa capacidad gradual y variable que tienen los medios para darle a los usuarios/lectores un mayor poder tanto en la selección de contenidos (interactividad selectiva) como en las posibilidades de expresión y comunicación (interactividad comunicativa).

A través de la interactividad selectiva, el lector es principalmente un receptor a quien se le presentan distintas opciones para elegir. De esta forma, tiene cierto control de qué se difunde, cómo se difunde y cuándo. A través de la interactividad comunicativa, el lector es también emisor. El lector se expresa e interactúa con otros individuos (en el caso del periódico digital, con la redacción, con periodistas específicos, con otros lectores, con personajes de la actualidad) a través de foros, chats, correos electrónicos, entrevistas en línea y cartas de lectores.

Con la interactividad selectiva entonces, el lector actúa en un proceso de recepción individual. Con la interactividad comunicativa, el lector produce contenidos que adquieren –de una u otra forma- relevancia pública.

Pues bien, el hipertexto es uno de los cimientos de la interactividad. Es decir, el hipertexto conforma el tejido informático que permite al lector interactuar no sólo con los contenidos sino también con otros individuos. Como herramienta informática es la infraestructura sobre las que se basan las conexiones y la integración del lector en el proceso.

El hipertexto y la digitalización de los contenidos son los basamentos tecnológicos que permiten construir un amplio repertorio de alternativas para el lector interactivo del periódico digital. A través de su diseño hipertextual, el periódico digital asocia contenidos, establece jerarquías entre las noticias, exhibe o relega informaciones, contextualiza o fragmenta contenidos, abre o cierra el periódico a nuevas fuentes y personajes, promueve u obstaculiza la participación del lector e involucrarlo en la construcción de la actualidad. Así como las autopistas conectan y establecen posibilidades de circulación física a los automovilistas favoreciendo a algunas poblaciones por sobre otras, el hipertexto dibuja posibles recorridos de lectura para el lector interactivo enlazando textos y priorizando determinados contenidos sobre otros. Con el hipertexto, el periódico también comunica, juzga y editorializa. No es que determine sin más qué va a leer el lector pero sí que a través del hipertexto se proponen lecturas de la realidad social. El hipertexto es un telar para tejer posibilidades interactivas en la WWW, tanto en la selección de contenidos como en la comunicación entre individuos.

Sin embargo, pocas veces se lo utiliza como herramienta expresiva. Por el contrario, muchos sitios de noticias en la red sólo ven al hipertexto como el elemento inevitable que para la estructuración de contenidos en un volcado del diario impreso a su versión digital. De esta forma, el lector queda entrampado a menudo en diseños rigurosamente jerárquicos (que a menudo ni siquiera son fieles a la jerarquización propuesta para las noticias del diario papel), sin conexiones externas que aprovechen las posibilidades intertextuales de la red, y con recorridos que le restan canales de intervención en el discurso público del medio. Un medio que se ofrece, tecnológicamente hablando, como más participativo y democrático para el debate público de ideas, se presenta disminuido en sus posibilidades interactivas.

En síntesis, podemos decir no sólo que el hipertexto es una modalidad interactiva sino que también el hipertexto es uno de los basamentos tecnológicos de toda interactividad.

 

MAYOR PODER AL LECTOR

En la medida en que amplíe la realidad interpretada, que dé mayores posibilidades de acceso a los contenidos simbólicos, que integre todas las morfologías de la información y, sobre todo, que habilite la participación interactiva dialógica con otros individuos, el hipertexto concederá una mayor participación al lector en la construcción de la actualidad. El hipertexto y la digitalización de los contenidos abren vías de exploración que van más allá de los contenidos usuales del periódico: desde el acceso a fuentes directas hasta nuevas formas de recuperación de la información. Pero el hipertexto no ofrece estas posibilidades de facto por el sólo hecho de existir, sino que el creador tiene que buscarlas al diseñarlo. No son un hecho, sino una posibilidad. 

Como ya dijimos, no todos los hipertextos tienen la misma estructura de navegación por los contenidos, ni todos los medios permiten la misma participación interactiva del lector, ni tampoco todos amplían la actualidad con nuevas fuentes de la información. La sola presencia de conexiones hipertextuales no garantiza un mayor poder al lector sino que éste depende siempre de las vías que habilite el medio para la inserción de los ciudadanos en sus contenidos simbólicos.

El hipertexto puede dar como resultado una estructura totalmente rígida y jerarquizada en la que el lector podrá acceder quizás fácilmente a los contenidos, pero no tendrá ninguna posibilidad de trazar nuevos caminos de lectura[14]. O, a la inversa, el hipertexto puede eliminar las jerarquías y ofrecer una estructura en red que favorezca la navegación y exploración de los contenidos pero, quizás de esa forma, ocasione problemas al lector de hallar lo que busca, provocando un desbordamiento cognitivo.

En estos dos casos, no podríamos pensar que el lector tenga mayor poder. Más bien lo contrario. No obstante, podemos hablar de un hipertexto ideal que potencie las propiedades de esta herramienta, aumentando la participación del lector en la construcción de la actualidad en el periódico digital. Un hipertexto ideal es el que combina adecuadamente las ventajas de la navegación y las de la recuperación de la información ampliando las posibilidades del lector de bucear –ya que no sólo de navegar se trata- en los contenidos de la actualidad. Con buenos sistemas de navegación que proporcionen no sólo un fácil acceso a la información sino también orientaciones de contexto, con índices, sumarios y potentes buscadores que posibiliten nuevos sistemas de recuperación de la información, el lector interactivo encontrará otras vías para internarse en la interpretación de la actualidad periodística.

El hipertexto, al establecer múltiples enlaces entre los textos, abrirá vías también para que el lector interactúe no sólo con los contenidos sino también con otros individuos, sean otros lectores, periodistas, personajes o fuentes. Al mismo tiempo integrará diferentes morfologías de la información (hipermedia), ampliando el rango expresivo para la difusión de la noticia, un espectro descriptivo que se espera aún más completo con la futura incorporación de los imágenes en 3D y la realidad virtual.

En todos estos aspectos no sólo participa el hipertexto como herramienta informática: nada de esto sería posible sin la enorme versatilidad en el manejo de las diferentes morfologías de la información que inauguró la digitalización de los contenidos.

 

CONCLUSIÓN

El hipertexto no es entonces un remedio mágico contra una supuesta tiranía del papel. Pero puede ser una herramienta expresiva fundamental del periódico digital.

Con el hipertexto, el periódico puede asociar contenidos, jerarquizar noticias, promover la participación del lector, abrir el medio a otras fuentes y personajes, contextualizar contenidos.

Con un hipertexto ideal, el medio amplía el horizonte de la actualidad que describe, amplifica la intertextualidad, da otras posibilidades de acceso a los contenidos, y habilita la participación interactiva del lector. Por todo esto, puede dar un mayor poder al lector en la construcción de la actualidad.

 

 

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[1] Bush explicó el funcionamiento del memex, como se llamaba su dispositivo “hipertextual”, en un artículo publicado en la revista The Atlantic Monthly hace ya 58 años y que está disponible en Internet en: http://www.theatlantic.com/unbound/flashbks/computer/bushf.htm 

[2] El texto completo de este trabajo también está disponible en Internet. Véase: www.histech.rwth-aachen.de/www/quellen/engelbart/ahi62index.html

[3] Mientras para Nelson el hipertexto era una herramienta literaria para la creación individual, Engelbart la concebía en cambio como una poderosa herramienta para mejorar la comunicación y el trabajo colaborativo. Para una discusión del tema, véase Bardini (1997).

[4] La catalana Núria Vouillamoz (2000: 69) expone el cambio en su justa medida: “los avances informáticos han venido a confirmar, a posibilitar o a demostrar la validez de una serie de ideas ya presentes desde hacía años en la teoría y la creación literarias, de lo que se deriva que la revolución tecnológica conlleva, en su aplicación a la literatura, unos presupuestos que no son del todo nuevos”.

[5] El autor opone tabularidad a linealidad. “Una obra es llamada tabular cuando permite el despliegue en el espacio y la manifestación simultánea de diversos elementos susceptibles de ayudar al lector a identificar sus articulaciones y encontrar lo más rápidamente posible las informaciones que le interesan” (Vandendorpe, 2002: 55)

[6] Véase, Vouillamoz (2000).

[7] De hecho, como advierte Stephen Bernhardt (1993), los lectores de textos impresos también utilizan estrategias de navegación para encontrar lo que están buscando en cantidades extensas de información.

[8] Véase las críticas que hacen a esta postura Miall (1997) y, sobre todo, Charney (1994).

[9] McAdams y Berger (2001), profesores de periodismo de la Universidad de Florida, hablan de la paradoja del control: “1) el escritor no abandona el control en el hipertexto, y 2) el lector siempre ha tenido un importante grado de control”.

[10] Un “modelo binodal básico” consiste en la división de la noticia en dos nodos: un título-enlace, eventualmente acompañado de una entradilla o teaser, y un segundo nodo donde se despliega el cuerpo del texto. “Es decir, la estructura más simple de todas”, plantea Salaverría (2005c).

[11] [“…news written, structured and distributed as hypertexts”].

[12] A pesar del extendido uso del concepto de no-linealidad, autores como Gunnar Liestol (1997), el brasileño Marcos Palacios (1999) y hasta el propio George Landow (1995) prefieren hablar de multilinealidad. “Todo y cualquier discurso como almacenamiento (virtualidad) sólo se actualiza en el proceso de lectura y, en ese proceso, sea una obra hipertextual o el más tradicional de los textos impresos, el lector construye forzosamente linealidades discursivas”, dice Palacios (1999).

[13] Vandendorpe (2003: 42) sostiene que en vista de las numerosas realizaciones que permiten el texto impreso y el hipertexto, “no parece posible mantener una dicotomía entre medios de tipo ‘lineal’ y medios ‘no lineales’. Señala también que cada vez más teóricos rechazan hoy tal escisión.

[14] La visión acotada y restringida que ofrece la pantalla acentúa todavía más las jerarquías y condiciona el proceso de lectura debido a que el lector tiene menos datos del contexto en el que está inserta cada noticia.

 

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