Publicado el 11-12-2006 / Edición Nº 5 / Año III

 














SISTEMAS DE INFORMACION CULTURAL DE ARGENTINA. ASPECTOS METODOLOGICOS DEL CASO: "MAPA CULTURAL DE ARGENTINA”
por Serbia, Jose Maria
Universidad Nacional de Lomas de Zamora
Serbia, Jose Maria - Bosisio Walter A. (11-12-2006). SISTEMAS DE INFORMACION CULTURAL DE ARGENTINA. ASPECTOS METODOLOGICOS DEL CASO: "MAPA CULTURAL DE ARGENTINA”.
HOLOGRAMATICA - Facultad de Ciencias Sociales UNLZ
Año III, Número 5, V3, pp.43-51
ISSN 1668-5024
URL del Documento : https://cienciared.com.ar/ra/doc.php?n=453
URL de la Revista : https://www.hologramatica.com.ar
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RESUMEN:

Las políticas culturales de los países revisten fundamental importancia para la constitución del entramado social de una Nación. El cúmulo de sentidos de las acciones efectuadas por los sujetos, organizaciones e instituciones, en el campo de la cultura, expone el eje estratégico de esta esfera en la construcción de la sociedad. Emerge con profunda centralidad la necesidad de indagar y sistematizar la compleja red organizacional e institucional, tanto estatal, privada como de la sociedad civil, junto a la delimitación del rol y alcances en la producción del imaginario social, a lo largo del proceso histórico de su propia constitución.

En Argentina, no se han registrado antecedentes específicos en la construcción de sistemas de información culturales como los planteados en otros países. Como objetivo general se planteó el diseño de un mapa que posibilite la elaboración de políticas culturales e inversiones en el sector. Una perspectiva de registro nacional, regional y local se construyó desde la activa mirada de actores locales intervinientes, observadores e interesados, con una estrategia de triangulación de datos, entrelazada con los responsables de la estructuración de la información.

PALABRAS CLAVE: Sistemas de información cultural, metodología, mapa cultural
ABSTRACT:

The countries’ cultural politics have a fundamental importance for the constitution of a social network of a Nation. The sum of the senses of the actions made by the subjects, organizations and institutions in the field of culture, exposes the strategic axis of this sphere in society construction. The necessity of research and systematize the complex, public, private and civil society institutional and organizational net merges, amongst the delimitation of the part and reaches of the social imaginary production, along the historical process of its own constitution.

In Argentina, specific antecedents in the construction of cultural information systems have not been found. The design of a map that allows the elaboration of cultural politics and inversions in the field is stated as the main objective. A perspective of national, regional and local register was constructed from the local actors implied, watchers and interested people, with a data triangulization strategy, interlaced with the responsible ones in the structurement of information.
KEYWORDS: Cultural information system, methodology, cultural map

INTRODUCCION

Las políticas culturales de los países revisten fundamental importancia para la constitución del entramado social de una Nación. La esfera de la cultura se enlaza con las prácticas y valores librados en otras esferas de la vida social tales como la economía y la política. El cúmulo de sentidos de las acciones efectuadas por los sujetos, organizaciones e instituciones, en el campo de la cultura, expone el eje estratégico de esta esfera en la construcción de la sociedad. Emerge con profunda centralidad la necesidad de indagar y sistematizar la compleja red organizacional e institucional, tanto estatal, privada como de la sociedad civil, junto a la delimitación del rol y alcances en la producción del imaginario social, a lo largo del proceso histórico de su propia constitución.

En Argentina, no se han registrado antecedentes específicos en la construcción de sistemas de información culturales como los planteados en otros países. Cabe remitirse al proyecto Sistemas Nacionales de Cultura que auspicia la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), la Cartografía Cultural de Chile, así como a modelos de información como la experiencia señera del caso de México, con su Cartografía Cultural Mexicana, entre otros. Por esto, de modo particular, desde el año 2003 comenzó a desarrollarse desde la Secretaría de Cultura de la Nación, desde la Dirección de Política Cultural y Cooperación Internacional, un sistema de información cultural que registre instituciones y producción del campo cultural denominado Mapa Cultural de Argentina.

Como objetivo general se planteó el diseño de un mapa que posibilite la elaboración de políticas culturales e inversiones en el sector. Evaluación de situación estructural de áreas de infraestructura, registro de obras artísticas realizadas, nuevas tecnologías, economía y presupuestos del sector, etc., que operen a modo de radiografía de la situación cultural del país, que permitan la toma de decisiones para la orientación en temas de inversión, producción y desarrollo cultural. Pero, ¿cómo plantearse el abordaje de un mar de significados, estructuras, prácticas que posibilite el delineamiento de la estructura cultural de una sociedad nacional, con profundas y ricas expresiones de diversidad cultural? ¿Qué metodologías y herramientas aplicar, frente a un cuadro de escasez y heterogeneidad de fuentes, en un contexto de múltiples ausencias y dificultades de generación de información y registros institucionales?

La dinámica de los procesos culturales motorizados por los procesos sociales de significación que se condensan en festividades, normas, instituciones y prácticas recurrentes implica un abanico de fenómenos de naturaleza plural. El distinguir información, que cambia o es entendida de otro modo en los lugares donde se produce invita a una permanente reflexión acerca de las diferentes miradas acerca de la densidad de lo relevante (la línea entre lo rescatable de lo descartable siempre supone una acción de distinción y de arbitrariedad); por ello se consideró que el juicio de los burócratas expertos debe ser complementado con la comprensión de la acciones de diferentes actores situados en los espacios locales, desde donde se producen y sostienen los marcos de sentido que dan legitimidad a ciertas dinámicas culturales.

El abordaje necesario desde la instancia regional complejizó la labor y obligó a  la búsqueda de vínculos y acuerdos de confianza con los interlocutores culturales de cada provincia. La mirada nacional y regional debió permitir el entrecruzamiento de datos a fin de contrastar las parcialidades implícitas en las posiciones específicas de cada sujeto o institución. Una perspectiva de registro nacional, regional y local se construyó desde la activa mirada de actores locales intervinientes, observadores e interesados, con una estrategia de triangulación de datos, entrelazada con los responsables de la estructuración de la información.

FUNDAMENTOS EPISTEMOLÓGICOS Y METODOLÓGICOS DEL PROYECTO

La investigación sobre la estructura cultural argentina implica, como ya se ha mencionado, abordar un campo complejo, ya que, por un lado, el estado del arte nos revela la falta de una teoría general de la cultura que hegemonice y legitime un unívoco uso conceptual y metodológico de conocer y comprender el campo cultural. La presentación de las definiciones metodológicas y de los supuestos subyacentes del proyecto, que a continuación se concreta, es de imprescindible lectura antes de entrar de lleno en la revisión de esta producción, pues sólo así se podrán comprender los fundamentos y la legitimidad de las estrategias metodológicas llevadas a cabo.

Antecedentes históricos

Aunque las políticas culturales nacen en la modernidad con la formación de los Estados-nación bajo el ropaje de políticas educativas, es promediando el siglo xx cuando el reinante Estado de Bienestar Keynesiano formaliza y consolida dentro de su acción la intervención en el campo cultural a través de políticas públicas específicas o de la elaboración de determinados marcos regulatorios sobre los procesos culturales. A partir de allí surge la necesidad de contar con registros que den un marco de control, eficiencia y evaluación de las políticas culturales.

Este interés recién se visibiliza con más fuerza a partir de la década de 1970 (reunión UNESCO, Helsinki, 1972). A partir de allí, el estudio sobre la especificidad de la dinámica de lo cultural irá progresivamente concretándose en debates, aún abiertos a la discusión, acerca de cómo elaborar registros que puedan dar cuenta de la complejidad del campo en cuestión. El esfuerzo se pondrá desde las organizaciones estatales y supraestatales en intentar establecer referentes análogos a los que se manejan en la evaluación del campo productivo-financiero, esto es, el establecimiento de una información precisa, cuantificable sobre los gastos, la inversión y el consumo de los bienes culturales. La discusión girará en torno a la dificultad de definir criterios estables para la medición y la conformación de indicadores culturales. El gran déficit de este campo, según esta perspectiva, lo constituye la falta de modelos teóricos desarrollados unívocos y, por ende, comparables.

“Los problemas de medida están solucionados en las estadísticas económicas. El dinero es un elemento unificador. No pasa lo mismo en las estadísticas socioculturales donde se entra más en la valoración subjetiva (cómo medir la calidad de una obra de arte, de una ópera, de un concierto), donde hay un componente ideológico que hay que eliminar y dotar de alternativas más objetivas para poder catalogar o medir la cultura. Sin embargo, sigue siendo la valoración cuantitativa el puntal de análisis de la cultura.”[1]

Los factores que inciden en la obstaculización de la elaboración de patrones estadísticos confiables, homogéneos y transregionales son múltiples. Entre ellos se puede mencionar: el relativo interés de los gobiernos y sus instituciones de contar con recursos económicos específicos para el estudio y la generación de datos culturales; la debilidad y falta de integración de los espacios culturales de debate sobre el análisis del campo cultural; la heterogeneidad en los modos de elaboración, circulación y consumo de las actividades culturales; y por ultimo, el escaso desarrollo de la producción cultural como sector económico autónomo.

Es necesario remarcar que la búsqueda de cuantificación de la realidad cultural de un territorio o región se basa en la teoría de los indicadores, la cual es de larga tradición en la metodología de orientación cuantitativa. Esta orientación supone una adhesión fuerte hacia lo instituido en el campo de análisis, presume para su ejercicio y para la producción de información de rígidos procedimientos de estandarización y codificación. La aplicación de esta teoría “…es impensable fuera de una administración estatal centralizada (…), la característica principal de la teoría de los indicadores consiste en que está imposibilitada para tratar con toda categoría que escape a todo un aparato de integración estadística que ha de preexistirle”.[2]

Este enfoque economicista se hace más relevante a partir de la crisis del EBK, en la década de 1980, por la necesidad de recortar y hacer “eficiente” la acción estatal. La medición y evaluación del gasto social se hace prioritaria en los nacientes estados neoliberales. “A mediados de los años ochenta, el Estado y las colectividades territoriales no solo enfrentan a una crisis del gasto público, sino que al mismo tiempo se les asignan importantes roles cada vez más amplios como iniciadores e impulsores de la gestión (...) los poderes públicos están entonces obligados, cada vez más, a racionalizar sus opciones presupuestarias. Los hombres políticos deben explicar las decisiones adoptadas a sus electores, los responsables culturales deben negociar sus financiamientos ante las autoridades electas, y los productores de proyectos ante los responsables culturales.”[3]

A pesar de esto es necesario señalar la innegable importancia de tomar como un amplio (debido a que hay una parcialización en el enfoque al restringir los estudios a lo cuantitativo) e importante punto de referencia el Marco de las Estadísticas Culturales de la UNESCO. Este organismo establece un esquema de diez categorías culturales: patrimonio cultural, textos impresos y literatura, música, artes escénicas, artes plásticas, cine y fotografía, radio y televisión, actividades socioculturales, deportes y juegos, naturaleza y medio ambiente. Estas categorías implican actividades institucionales en su interior que están determinadas por las que se consideran funciones culturales: 1. Creación/ producción, 2. Transmisión/ difusión, 3. Recepción/ consumo, 4. Conservación, 5. Participación. Es necesario resaltar que el proyecto “Estructura Cultural de la Argentina” implicó el abordaje de las primeras ocho categorías culturales, articuladas a las cinco funciones culturales (se debe señalar que el conocimiento de la función de recepción/ consumo se concretará parcialmente).

Una referencia a tener en cuenta son las tareas en la CEE a partir del año 1995, ya que a través de una resolución del Consejo Europeo acerca de la promoción de las estadísticas de cultura, se intentan establecer criterios comunes en la región a fin de que se puedan elaborar ciertos indicadores estables y uniformes que permitan comparar las relaciones culturales. Como paso inicial se crea en 1997 el organismo denominado Grupo de Orientación Específico (LEG), cuya tarea será la de avanzar en este futuro sistema de información. Los objetivos de este grupo han sido: definir un tronco común en los campos de actividades considerados unánimemente como culturales; realizar una clasificación de actividades culturales inspirada en el marco de estadísticas culturales definido por la UNESCO; mejorar y elaborar las estadísticas culturales aprovechando las encuestas existentes y definir variables e indicadores que permitan describir la oferta y la demanda de las distintas actividades culturales. Han trabajado metodológicamente con dos enfoques complementarios: un enfoque general para abordar los temas transversales, los que revisten especial importancia para la política cultural –empleo, financiación y prácticas culturales–, y un enfoque institucional que pretende describir las instituciones desde diversos puntos de vista y elaborar estadísticas sobre ellas, sobre los bienes y servicios que ellas producen y sobre el público consumidor de bienes y servicios culturales.

Otro antecedente de referencia lo constituye el proyecto del Ministerio de Cultura de España en el año 1995 denominado “La Cultura en Cifras”, el cual estuvo destinado a establecer cifras descriptivas de la cultura española a fin de realizar modelos de funcionamiento futuros. Se establecen exclusivamente criterios cuantitativos de explicación de los hechos y procesos culturales, la información es sumamente detallada. Como este trabajo ha sido recurrente se puede constatar lo dicho presentando algunos de  los indicadores de uno de los temas del informe de 2002.

Libro

11.0. Contenido, notas explicativas y fuentes de información.

11.1. Evolución de los agentes editores con actividad.

11.2. Agentes editores con actividad, por naturaleza jurídica.

11.3. Agentes editores con actividad y su producción de libros, según el volumen de producción.

11.4. Agentes editores con actividad y su producción de libros, por comunidad autónoma.

11.5. Evolución de la edición de libros y otros soportes inscriptos en el ISBN.

11.6. Evolución de los libros inscritos en el ISBN, por comunidad autónoma.

11.7. Características de la edición de libros inscritos en el ISBN, por comunidad autónoma.

11.8. Características de la edición de libros inscritos en el ISBN, por subsectores.

11.9. Evolución de libros multimedia, por subsectores.

11.10. Tipología de los libros multimedia, por subsectores.

11.11. Títulos y ejemplares, por categorías de temas de la UNESCO.

11.12. Libros inscritos en el ISBN, según precio.

11.13. Evolución de los libros inscritos en el ISBN, por lengua de publicación y lengua traducida.

Por otro lado, se pueden mencionar como otro referente fundamental del proyecto, los Sistemas Nacionales de Información Cultural, promovidos por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación la Ciencia y la Cultura, y la Cartografía Cultural de la República de Chile (2000). Esta última demandó una labor de tres años por parte de un importante equipo de investigación, de los cuales el primero fue insumido en los problemas de orden metodológico, pues el proyecto intentó ir más allá de los, hasta el momento, convencionales registros cuantitativos de indicadores culturales.[4] Aun así, el más reciente Mapa del Campo Cultural en Chile “Nosotros los chilenos: un desafío cultural”, llevado a cabo por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, registra las lagunas de información de la Cartografía que próximamente será editada en una versión corregida y ampliada.

En tal sentido, es necesario resaltar que la información relevada y analizada en este proyecto, que es de menor duración que el estudio citado en el párrafo anterior y que posee recursos materiales limitados para lo que implica un relevamiento nacional que pretende obtener exhaustividad en los datos, tendrá una significación simbólica por ser el primer intento de sistematizar la situación de la cultura en todas las regiones del país. Este objetivo se articula al propósito de contar con saberes útiles para una evaluación preliminar de las fortalezas y debilidades de la estructura cultural del país, a partir de una herramienta que pueda ser empleada en la identificación de las necesidades y potencialidades de inversiones en el sector. El intento de bosquejar un cuadro que, aunque parcial, contenga diferentes perspectivas sobre el campo cultural del país, no podrá desviar las críticas por el carácter incompleto y no exhaustivo de la mirada resultante a partir de la información sistematizada.

Marco metodológico

En el año 1982 la UNESCO convocó la Conferencia Mundial de Políticas Culturales, que entendió a la cultura como el conjunto de rasgos distintivos de una población, elementos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a un grupo humano en una época y lugar específico.

Retomando esta definición que incluye en la cultura los universos simbólicos, modos de vida, creencias, valores y tradiciones de una sociedad, el presente proyecto toma a la realidad cultural como un emergente que se construye a través de procesos sociales, macros y micros. Estos procesos se desarrollan, simultáneamente, en un plano material y concreto, las producciones artísticas, la sanción legislativa, la concentración de los medios, el descenso en los ingresos y el consumo de una población, la compra de una determinada marca de ropa, y en un plano subjetivo y simbólico, por ejemplo, creencias de lo relevante en la realización audiovisual, plástica o musical, las opiniones sobre lo que debe ser preservado, la percepción emocional del propio descenso en el consumo cultural, las motivaciones y deseos de los sujetos a producir en un mercado simbólico restrictivo.

Cuando el investigador se enfrenta a una realidad como la descripta no está frente a una típica situación sujeto (que investiga)-objeto (entidad a ser medida), habitual en las ciencias de la naturaleza. Las configuraciones ideológicas, que constriñen y a la vez habilitan la producción cultural, constituyen “guías” que orientan en la significación a los sujetos dentro de una realidad específica, y que, simultáneamente, posibilitan que esa realidad se construya de determinada manera. A pesar de que la percepción de lo vivido pareciera fruto una relación natural con el entorno, eso es consecuencia de una construcción social.

El mundo vivenciado es un mundo preinterpretado en el que los sujetos, a partir de los significados circulantes en sus posiciones sociales, pueden elaborar nuevos sentidos o repeticiones de los ya establecidos. Estas elaboraciones de sentido se concretan dentro de determinados marcos constituyendo sistemas ideológicos. Las formas ideológicas son utilizadas de forma no consciente por los actores sociales para entender y explicarse las cosas que le pasan o que imaginariamente le podrían ocurrir.[5]

El registro de la dimensión simbólica del proceder humano no puede concretarse parcialmente, esto es, sólo a partir de patrones de medidas o con dispositivos estandarizados. Con respecto al análisis de lo cultural, los investigadores no pueden ceñirse a una estrategia inflexible y anacrónica que considera únicamente el aspecto medible, externo y/ o consciente de los fenómenos sociales. Se ignoraría el papel que juegan las significaciones, organizadas como ideologías, en los discursos y en las prácticas sociales. Es en la interacción entre materialidad y subjetividad donde encontramos las configuraciones de lo que cada sujeto llama “realidad cultural”.

No debe preexistir como imposición una estructura formal de aproximación metodológica hacia todas las dimensiones de “lo real”, ya que así se vería imposibilitada, por ejemplo, la comprensión de fenómenos que construyen desde lo profundo de la significación social (las valoraciones de lo valioso en el campo de la plástica o los requerimientos técnicos a utilizar para ingresar al campo de la producción audiovisual). No son los problemas los que deben ser enfocados y constreñidos para que se puedan adaptar a las exigencias de los procedimientos estadísticos, sino que los diversos métodos científicos (tanto los que provienen de las ciencias de la cuantificación del mundo de los objetos como los de las ciencias que se sumergen en el mundo de lo subjetivo) deben estar disponibles para ajustarse y utilizarse de acuerdo con las complejidades implícitas en el problema.

La combinación de la problemática característica del campo cultural y los límites materiales y temporales de este estudio puntual, condicionan las perspectivas epistemológicas, metodológicas y las técnicas a implementar. La utilización de modelos y métodos tradicionales en investigación limitarían el campo de estudio y cerrarían el acceso a la construcción de los datos requeridos. Sólo un enfoque multiestratégico y transdisciplinar permite abrir el campo de las configuraciones simbólicas que circunscriben la materialidad y lo institucionalizado, permitiendo desentrañar no sólo la comprensión del estado de las múltiples dimensiones de lo cultural, sino también el acceso a espacios y significaciones donde circulan los registros de la realidad que debe ser analizada.

“Las investigaciones efectuadas con una aproximación cuantitativa (...) permite caracterizar a una población (o universo) en función de variables, entendidas estas como conceptos operacionalizados (...) la adecuación entre los resultados del análisis y los propósitos planeados inicialmente dependerá de que los interrogantes puedan ser respondidos en términos cuantitativos, que las variables medidas respondan a los conceptos utilizados, que la muestra resulte adecuada y que el análisis sea estadístico.” [6]

Los estudios cuantitativos son eficientes en la captura de los hechos de la realidad social (nivel de compras mensuales en centros de venta minoristas) y en las manifestaciones conscientes de los sujetos sociales (opinión sobre el aumento de precios de los productos alimenticios). Su diseño de investigación es cerrado y rígido, no admite reformulaciones; esto implica que no hay lugar para lo inesperado. Jesús Ibáñez dice que en estos diseños la suerte ya está echada antes de jugar, ya que no queda ningún camino para el azar, no se puede registrar en el caso de las encuestas de opinión, algo (lo connotado, lo no verbal) mas allá de la expresión del habla formalizada en un orden de previstas preguntas y opciones de respuesta.

Las técnicas metodológicas no son válidas en sí mismas, son los problemas y los contextos los que permiten validar su uso, unas se adecuan más que otras a las diferentes dimensiones de lo real. Lejos de un cerrado puritanismo metodológico, donde la actividad de investigación podía relacionarse dicotómicamente con uno u otro enfoque, se propuso en este estudio un camino abierto y flexible al acceso y construcción de los datos. Se estableció un abordaje centrado en la elaboración y resolución de problemas, desde donde se aceptó la existencia de diversas vías metodológicas para lograr los objetivos propuestos. Esto se fundamentó en la creencia de que sólo el surgimiento de un pluralismo pragmático como reacción a la “metodolatría”, permite una comprensión desacartonada de la estructura cultural, teniendo a las estrategias de "triangulación" como basamento epistemológico.

“No es posible ya absolutizar las estadísticas o el análisis del discurso, la observación participante, la entrevista libre o en profundidad, o la descripción etnográfica, como si solo importara la información que se obtiene a través del uso de estas técnicas. Estamos en un tiempo transdisciplinario, no simplemente inter o multi, sino transdisciplinario, en el que las disciplinas tienen que actuar unas con otras.”[7]

En la perspectiva estructural o cualitativa, la cantidad de informantes, la dimensión de la información a elaborar y el análisis de los datos no es una instancia predeterminada. Puede o no ser una etapa posterior a la técnica (grupos, entrevistas, observación no sistemática), ya que también puede efectivizarse durante la recolección/ construcción de la información. El investigador, mientras está desarrollando vincularmente el instrumento cualitativo, analiza e interpreta la subjetividad a fin de continuar con el registro del dato. Las respuestas del sujeto a investigar es la plataforma para reorientación de las preguntas del investigador.

“Precisamente el diseño es abierto porque el investigador interviene en el proceso de investigación como sujeto: los datos producidos por el proceso de investigación se imprimen en el sujeto en proceso de la investigación –modificándolo-; esta modificación lo pone en disposición de registrar –y digerir mentalmente– la impresión de nuevos datos, y así se abre un proceso dialéctico inacabable.”[8]

Debido a que el registro del mundo objetivo, de lo establecido, tiene que confrontarse con la interpretación de las subjetividades manifiestas y latentes que subyacen a esa materialidad, se torna imprescindible la utilización de dispositivos de los enfoques cualitativos. La superación de la dicotómica relación cualitativo/cuantitativo permitirá un tratamiento centrado no sólo en lo condensado, en lo establecido, sino también habilitará la comprensión del campo cultural como un espacio relacional, con lo cual apuntamos a que la discusión se desplace hacia la mejor articulación entre estrategias que puedan dar cuenta de la conexión entre mecanismos, contextos y agentes.

Ante la pluralidad de enfoques y las nuevas relaciones entre lo cuantitativo y lo cualitativo, dichas discusiones no pueden entenderse como un intento de cuantificar lo cualitativo ni tampoco como la idea de disolver la intrínseca pluralidad de la investigación cualitativa. Aunque la búsqueda implícita se orienta a describir lo objetivado en instituciones, registros, legalidades, recurrencias, lo instituido culturalmente, se deben tomar en cuenta la comprensión de subjetividades que permiten la apertura del campo y la comprensión de relevancias y distinciones que los diferentes actores referentes del campo cultural local establecen; la dinámica provincial no se puede establecer desde las instancias nacionales centralizadas.

La obtención de las significaciones que ayuden a distinguir lo relevante requiere que el investigador se posicione desde lo que se denomina postura EMIC, para obtener no sólo el ingreso al campo y la confianza de interlocutores portadores de información, sino también la visión del alcance de las relevancias regionales y las interdiscursividades locales. En la etapa inicial de una investigación de estas características, la decisión muestral puede estar orientada por criterios que dependerán de las características contextuales y de la disponibilidad de recursos materiales, temporales y humanos de cada estudio en particular. Como paso inicial pueden buscarse, bajo el criterio de saturación discursiva, los casos de potencial polarización del universo en relación con el tema, para capturar las significaciones extremas de la población. A partir de la comprensión de discursos pertenecientes a perspectivas diferenciales dentro de un espacio social (en el caso ya mencionado, la universidad), se van seleccionando aquellos que desde posiciones diferentes abordan los conflictos constitutivos de ese espacio.

“La selección de los actuantes pertinentes es un problema de enfoque: cuanto más enfocada esté la selección, más definida será la información que obtengamos, pero aún una selección muy desenfocada proporciona alguna información. Los sectores del espacio/ tiempo social de los que extraemos los hablantes funcionan como perspectivas (...) unas perspectivas permiten una visión diferente de otras (pero no se puede decir que mejor ni peor: no se trata de ordenar las perspectivas, sino de seleccionarlas con vistas a la posible integración de todas ellas en una perspectiva más totalizadora).” [9]

También puede importar para la selección inicial, en la muestra cualitativa, el hecho de que los sujetos hayan tenido alguna experiencia sobre el tema que se quiera investigar o que tengan un vínculo determinado de identificación, participación o consumo con las instituciones o las prácticas en cuestión. Se persigue la comprensión y la reconstrucción de discursos característicos de una grupalidad o de ciertas personalidades típicas o ejemplares con relación a un tema o a una actividad.

Marc Adelard menciona que hay una continua reestructuración de la elección de los futuros informantes a entrevistar y en el contenido de las preguntas como resultado de la información que se va recabando. Es decir, el feedback o retroalimentación es un elemento importante en la concepción y operación de esta metodología. Se puede considerar que la técnica del informante calificado es semiestructurada. Algunos criterios generales de selección de los informantes son:

Rol en la comunidad: debe exponer continuamente su rol formal en la comunidad al tipo de información que está buscando.

Conocimiento: además de tener acceso directo a la información deseada el informante debería conocer (haber absorbido) esa información significativamente.

Buena voluntad: el informante debe prestar su consentimiento y estar predispuesto a comunicar su conocimiento y su cooperación al investigador.

Comunicación: el informante debe ser capaz de comunicar intangiblemente sus conocimientos.

Imparcialidad: idealmente, los prejuicios personales deben ser mínimos y cuando éstos existan deberían ser conocidos por el entrevistador a efectos de evaluarlos apropiadamente.

Sólo el rol en la comunidad puede ser determinado previamente a la entrevista y, por lo tanto, la lista inicial de informantes se hace con base en este criterio. Las otras cuatro son cuestiones inherentes a la personalidad de los individuos y servirán para clasificarlos. La selección de los informantes claves no se basa en representantes de distinta edad, sexo, ni lugar de residencia. La selección se fundamenta exclusivamente en el conocimiento profundo de la problemática o del tema bajo estudio y de la disposición del entrevistado para comunicarse con el entrevistador.

El cumplimiento de la mayoría de los componentes obligaron a que la indagación se elaborara, por un lado, con un censado de datos secundarios de origen diverso (documentación circulante en la web, en publicaciones o en registros institucionales); y por otro lado, con datos que implicaron una mayor dificultad, pues requirieron de una selección de informantes claves, a través de la técnica de entrevista cualitativa semiestructurada.

Este tipo de entrevista es una técnica que está basada en un repertorio de preguntas que organizan la interacción, las cuales pueden cambiarse, eliminarse o incluso agregarse otras. El cuestionario es abierto y de respuesta libre. Es una forma de producir datos, centrada en el fenómeno o problema a estudiar, es directiva hacia un temario previo. El contrato comunicativo necesario para el desarrollo de esta técnica está determinado por los objetivos definidos por los intereses del investigador. La necesidad de crear en el entrevistado una disposición al trabajo comunicativo debe borrarse mediante la creación de un entorno motivador. La entrevista guarda similitudes con la conversación. Se debe producir un simulacro conversacional para obtener espontaneidad y una libre expresividad del entrevistado; éste debe percibir el intercambio con el entrevistador como una conversación natural.

Métodos y técnicas del proyecto

La dinámica de los procesos culturales motorizados por los procesos sociales de significación que se condensan en festividades, normas, instituciones y prácticas recurrentes implica un abanico de fenómenos de naturaleza plural. Distinguir información, que cambia o es entendida de otro modo en los lugares donde se produce, invita a una permanente reflexión sobre las diferentes miradas acerca de la densidad de lo relevante (la línea entre lo rescatable y lo descartable siempre supone una acción de distinción y de arbitrariedad). Por ello se consideró que el juicio de los burócratas expertos debe ser completado con la comprensión de las acciones de los actores situados en los espacios locales desde donde se producen y sostienen los marcos de sentido que dan legitimidad a ciertas dinámicas culturales.

La discriminación de los datos se llevó adelante a partir de un ambiguo criterio de “lo más relevante”. Esto obligó a que los consultores decidieran, a partir de ciertos criterios preestablecidos y desde lo profesional, qué información se iba a incluir en el registro nacional o regional, o cuál, además, se utilizaría para describir cómo se estructura la situación actual del sector en cuestión. Se puede tomar como ejemplo de este tipo de información la solicitada en el componente 7 en su acción 37.[10]. Esta exigencia implicó un muestreo no convencional ya fundamentado en párrafos anteriores. Con respecto a la selección de los informantes claves y en la discriminación de lo relevante, los criterios que se siguieron fueron procedimientos provenientes de la perspectiva estructural, específicamente se emplearon muestreos cualitativos (estratégicos, teóricos, bola de nieve).

“... existen algunos criterios de orientación. Por ejemplo, algunos investigadores siguen el criterio de entrevistar al máximo número de personas relacionadas con el tema objeto de estudio. Otra estrategia habitual es la del muestreo teórico: independientemente del número de casos a estudiar, el criterio que orienta el trabajo de campo es el desarrollo de las comprensiones teóricas que dan consistencia al tema de investigación, analizando exhaustivamente la pluralidad de actores sociales contemplados como universo de población (...) una vez establecida la estrategia de definición de la muestra, estrategia abierta y dependiente del desempeño en la aplicación de campo, el investigador debe iniciar el proceso de selección del entrevistado. Este proceso de selección ha de organizarse según la técnica de bola de nieve por las redes de selección naturales.”[11]

A fin de definir la implicación concreta del término “relevancia”, los miembros del equipo de trabajo discutieron y establecieron algunos criterios que se pusieron en juego para filtrar y seleccionar la información de los diversos componentes. Algunos de éstos fueron:

–Vinculación con el patrimonio cultural nacional, regional y mundial desde el punto de vista de las atribuciones institucionalizadas directas que ejercen en tareas de preservación, investigación, promoción y difusión de la cultura; sobre todo en lo que concierne a normatividad, organización, ejecución y/ o financiamiento del sector.

–Presencia notable en la vida cultural del país y/o en el extranjero a lo largo de varias décadas, en cuanto registro en la memoria colectiva de la población o de los actores culturales señalados como informantes claves de cada sector.

–Cobertura de población atendida, ponderada a partir de la atención que sus servicios culturales dirigen a amplios grupos sociales de la nación y a públicos extranjeros.

–Existencia de información documental, bibliográfica y mediática en formato digital y analógico que dan cuenta de su relevancia.

–Relación con programas educativos estratégicos, en especial los orientados a los sectores mayoritarios de la población del país (por ejemplo, los que se encuentran insertos en educación general básica).

–Novedad y trascendencia (aquellos que desafían lo establecido y proponen modelos alternativos de producción y promoción cultural).

–Valoración como registro proporcionado tanto por la Secretaria de Cultura de la Nación como por sus organismos descentralizados, o desde las diferentes reparticiones provinciales y municipales de Cultura.

–Relación con otros programas nacionales o regionales de desarrollo económico y social.

–Potencialidad de significación en cuanto a una rentabilidad económica que permita proyectos de inversión a mediano y largo plazo.

–Proyección interregional, nacional e internacional.

A pesar de establecer estos criterios previos, la tarea de demarcar lo relevante fue compleja, pues los entrevistados o los datos secundarios no toman como punto de referencia lo nacional al establecer la importancia y significación de lo descrito. El abordaje necesario desde las instancias regionales complejizó la labor y obligó a la búsqueda de vínculos y acuerdos de confianza con los interlocutores culturales de cada provincia. La mirada nacional y regional debió permitir el entrecruzamiento de datos a fin de contrastar las parcialidades implícitas en las posiciones específicas de cada sujeto o institución. Específicamente, al tratar el tema de las técnicas de elaboración de la información usadas a través de todas las acciones, se visualiza que éstas van desde las tácticas no reactivas, como la recopilación y reconstrucción de datos secundarios (documentación, textos bibliográficos, registros institucionales públicos y privados) –ejemplificado en la acción 2 del componente 2.[12], hasta dispositivos de provocación y construcción de datos de difícil utilización, como las entrevistas y los grupos focales. La búsqueda de información organizacional en las esferas de la sociedad civil y privada se llevó a cabo por medio de sondeo de listados de cámaras sectoriales, empresariales, sindicatos y asociaciones, etcétera.

Los componentes de este estudio tienen una naturaleza heterogénea, pues comprenden, por un lado, un abordaje que va desde el desarrollo histórico de los procesos culturales, pasando por un análisis del financiamiento y de la legislación cultural, hasta la elaboración de guías de recursos de instituciones y manifestaciones culturales; y por otro lado, obliga a tomar en cuenta la consideración de lo nacional, lo regional y lo provincial.

La cumplimentación de la mayoría los componentes obligaron a que la indagación se elaborara entonces, por un lado, con un censado de datos secundarios, de origen diverso (documentación circulante en la Web, en publicaciones o en registros institucionales); y por otro lado, con datos que implicaron una mayor dificultad, ya requirieron de una selección de informantes claves, a través de la técnica de entrevista cualitativa semiestructurada. Este tipo de entrevista es una técnica que está basada en un repertorio de preguntas que organizan la interacción, las cuales pueden cambiarse, eliminarse o incluirse otras. El cuestionario es abierto y de respuesta libre. Es una forma de producir datos, centrada en el fenómeno o problema a estudiar, es directiva hacia un temario previo. El contrato comunicativo necesario para el desarrollo de esta técnica está determinado por los objetivos definidos por los intereses del investigador.

La dinámica de los procesos culturales motorizados por los procesos sociales de significación que se condensan en festividades, normas, instituciones y prácticas recurrentes implica un abanico de fenómenos de naturaleza plural. El distinguir información, que cambia o es entendida de otro modo en los lugares donde se produce invita a una permanente reflexión acerca de las diferentes miradas acerca de la densidad de lo relevante (la línea entre lo rescatable de lo descartable siempre supone una acción de distinción y de arbitrariedad); por ello se consideró que el juicio de los burócratas expertos debe ser complementado con la comprensión de la acciones de diferente actores situados en los espacios locales, desde donde se producen y sostienen los marcos de sentido que dan legitimidad a ciertas dinámicas culturales.

El abordaje necesario desde la instancia regional complejizó la labor y obligó a  la búsqueda de vínculos y acuerdos de confianza con los interlocutores culturales de cada provincia. La mirada nacional y regional debió permitir el entrecruzamiento de datos a fin de contrastar las parcialidades implícitas en las posiciones específicas de cada sujeto o institución. Específicamente, al tratar el tema de las técnicas de elaboración de la información usadas a través de todas las acciones, se visualiza que estas van desde las tácticas no reactivas, como la recopilación y reconstrucción de datos secundarios (documentación, textos bibliográficos, registros institucionales públicos y privados), ejemplificado en la acción 2 del componente 2 [13], hasta dispositivos de provocación y construcción de datos de difícil utilización, como las entrevistas y los grupos focales. La búsqueda de información organizacional en las esferas de la sociedad civil y privadas, se llevó a cabo por medio de sondeo de listados de cámaras sectoriales, empresariales, sindicatos y asociaciones, etc.

El objetivo final de indagar acerca de los diferentes tipos de planificación y proyección de políticas culturales implica la integración y comprensión de los componentes citados. Desde la coordinación se implementó una estrategia general para la captura de la información; ésta consistió en barrer por regiones culturales el pedido de datos y los viajes que refuerzan la apertura y los contactos que dinamicen la configuración del cartografiado.

Criterio de regionalización de la información adoptado

En el relevamiento del Estudio Estructura Cultural Argentina del periodo 2003/04 se organizó la recolección y exposición de la información según lo solicitado por las autoridades gubernamentales de la SCN (2002-2003) de acuerdo al orden de representación institucional de administración cultural del Consejo Federal de Cultura vigente hasta el primer semestre del año 2003. La organización político cultural en Regiones Culturales estructuraba una articulación y representación federal provincial en las siguientes áreas o regiones:

NOA: Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero.

NEA: Misiones, Corrientes, Formosa, Chaco, Entre Ríos, Santa Fe.

Nuevo Cuyo: Mendoza, San Juan, San Luis, La Rioja.

Centro: Córdoba, Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Bs. As.

Patagonia: La Pampa, Rio Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur.

Una gran variedad de criterios teórico metodológicos posibles de instrumentar fueron tomados en cuenta en el desarrollo del Estudio Estructura Cultural Argentina (1.EE.79). Pero partiendo del marco de una producción institucional, de la construcción de información -de modo fundamental- para el diseño de políticas públicas en cultura, o información clave del campo de la institucionalidad cultural, se decidió aplicar un criterio de organización político institucional correspondiente a normas de procedimiento  de organización administrativa territorial de la SCN y el Consejo Federal de Cultura vigentes durante el año 2003. La decisión de las autoridades de entonces orientó la planificación y organización de la información establecida en el Proyecto presentado según la referencia de las Regiones Culturales Institucionales estructuradas en dicha época.

Vinculación con objetivos y componentes de Estudio

Para finalizar se podría evidenciar cómo los criterios metodológicos preestablecidos se operacionalizaron en el  trabajo de campo. En cuanto a la metodología implementada en la selección y elaboración de los datos, ésta se adaptó a las necesidades propias de cada componente y a un margen de decisión de cada consultor durante su trabajo de campo. Los consultores han concretado en la práctica los criterios acordados previamente que sustentaron la forma y los instrumentos con los que han recogido los datos. Por ejemplo el Consultor 1 estableció con respecto a sus componentes que:

Componente 1. Desarrollo histórico de los procesos culturales en la Argentina (Puntos 1 y 2): en cuanto a estos puntos, al tener un carácter eminentemente histórico y existir una gran cantidad de material escrito publicado sobre el tema, se optó por la búsqueda bibliográfica especializada en temas de historia cultural argentina.

Componente 2. Perfil actual de la Argentina: se llevó a cabo el uso de censos, estadísticas e información actualizada publicada sobre el tema en Internet y en estudios especializados

Componente 4. Estructura del Sector (puntos 12 a 16): se basó en el informe sobre Sistemas Nacionales de Cultura y la consignada en la Memoria Informativa 2002 de la Secretaría de Cultura de la Nación, y en la información oficial escrita obtenida en los viajes realizados a las provincias por los diferentes consultores. También se utilizó la técnica de entrevistas con informantes claves y el relevamiento de datos secundarios de páginas web y de los medios masivos de comunicación.

Componente 10. Premios y concursos: aquí se recurrió a la información escrita suministrada por las diferentes entidades que organizan los premios más importantes del país en materia cultural.

Componente 13. Planificación y proyección de políticas culturales: se empleó la técnica de entrevistas y el relevamiento de datos secundarios, por ejemplo, la consulta de publicaciones especializadas sobre este tema.

Indicadores culturales

Se ha procedió también en el proceso de investigación a la realización y puesta a prueba de una serie de instrumentos de medición de la producción cultural regional, bajo el formato de indicadores culturales. Los indicadores asumen la medición a la que se refieren las variables y las sintetizan, permitiendo una mejor manipulación de las variables y una expresión más operativa de los hallazgos de la investigación. Los indicadores procuran ser, en efecto, el resultado de los procesos de formalización y definición operacional de las variables de trabajo que ya hemos mostrado. Así, podríamos proponer algunos indicadores, además del más evidente (de orden cualitativo), que señala la presencia o ausencia de políticas en el nivel provincial o regional.

Los indicadores clásicos y sus temáticas (museos, bibliotecas, orquestas, etc.) deben ser analizados en correlación con la información sobre el consumo y producción cultural no tradicional, para ello se debería determinar e interpretar los consumos culturales que son “normales” en determinados momentos (rating de TV, venta de periódicos y revistas, libros más leídos, encuestas sobre lectura y consumo de medios, discos más vendidos o más bajados de la Web). Señalar cantidad de películas y programas de TV nacionales y extranjeros, y los géneros más consumidos. En complemento con lo mencionado, también se puede analizar la producción y consumo emergente, no convencional. Producciones que, no necesariamente, obtengan índices elevados de consumo, pero que, marcan tendencias o reestructuran los géneros de los diferentes sectores.

Algunos Indicadores posibles

Compañías de teatro, por provincia

Compañías de danza, por provincia y por especialidad

Número de compañías de ballet

Número de obras de teatro representadas

Cantidad de librerías, por provincia

Número de editoriales:

Número de libros producidos

Número de festivales de música, según género.

Número de tiendas de venta de instrumentos y partituras musicales.

Número de empresas productoras cine/ video/cortos

Número de distribuidoras:

Salas de proyección

Cantidad de páginas Web culturales:

Producción de videos por provincia

Productoras de video por provincia

Productoras multimediales por provincia

A fin de iniciar la elaboración de los datos se establecieron acuerdos con el grupo y con cada consultor para determinar las líneas estratégicas, para acceder a los datos; a partir de allí, se elaboran los instrumentos para producir la información y sus instructivos correspondientes, se activó la red de coordinadores de Región y los voluntarios implicados, que aplican las herramienta en toda la región. El trabajo de campo (recepción de materiales, aplicación del cuestionario, envío del mismo al equipo central), fue supervisado por los monitores regionales, contratados (a través de un capital económico o simbólico) especialmente con este fin. El último paso fue la elaboración de la matriz de la base de datos, su procesamiento, y la posterior verificación y análisis de los mismos.

Supuestos críticos del proyecto

En el presente proyecto se planteó previamente, en su formulación, el siguiente supuesto crítico: “pueden surgir dificultades en torno a la obtención de información en algunas de las instituciones culturales, por ejemplo, la falta o dificultad para la obtención de datos, la dispersión o falta de coherencia de las fuentes, etcétera”. Uno de los obstáculos encontrados ha sido la ausencia (salvo en contadas provincias, por ejemplo, Entre Ríos, que la ha concretado en una publicación) de información sistematizada sobre la producción cultural de parte de los organismos oficiales de cultura, tanto en el ámbito nacional como en el nivel provincial. Tampoco las organizaciones privadas y del tercer sector vinculadas al campo cultural poseen bases de datos o por lo menos, si las tienen, éstas no son accesibles al público.

Por otro lado, no existe circulación e intercambio intencional entre los datos que, en el caso de existir, se elaboran en las provincias y los que manejan los organismos nacionales de cultura. Es muy común que en el nivel provincial las instituciones más relevantes no posean un procedimiento sistemático de recolección de datos y por lo tanto no obtienen información actualizada de las áreas que le competen. Un factor que explica esta situación se puede encontrar al revisar los presupuestos de cultura en las provincias y constatar el espacio marginal que ocupan las políticas culturales dentro de las políticas gubernamentales. El gasto en cultura que resulta de lo que no se destina al pago de sueldos es realmente exiguo en la mayoría de las provincias.

Por otra parte, la ausencia de personal profesional y calificado es un denominador común que se relaciona con lo antes mencionado, lo que trae consecuencias evidentes, como la inadecuada conservación del patrimonio, y efectos colaterales no tan visibles, como la dificultad, en caso de que exista la intención, de llevar adelante cualquier intento de implementación de políticas culturales planificadas a partir de la sistematización de la información generada en la provincia. En muchos sectores de la producción cultural las publicaciones que dan cuenta de la situación del sector son casi inexistentes y, en caso de hallarse, sólo registran la producción de una institución o de una red institucional, ignorando la presencia y las tareas de aquellos que en el mismo sector no son valorados o están calificados de irrelevantes.

A pesar de la existencia formalizada de las regiones culturales, éstas no dan muchas evidencias de su dinámica. Salvo excepciones, marcadas por el voluntarismo o la curiosidad personal, los actores privados y públicos desconocen lo generado en la región en el plano de la producción y en el del consumo de los bienes y los servicios culturales circulantes en las diferentes provincias. La carencia que se evidencia en el tema de la información es un relevante indicador de la situación de desconocimiento y la falta de coordinación mutua.

En la elaboración de políticas culturales en el sector gubernamental, en el mejor de los casos se daría la figura del mecenas público, esto es, una figura que ocupa un cargo ejecutivo o legislativo en la provincia que dinamiza desde su consideración personal la inversión de fondos públicos en instituciones, artistas o manifestaciones que a ella le parecen relevantes. Así, en el caso de poseer información sobre su gestión, ésta es manejada como un bien personal. Esta situación se correlaciona con la clásica ausencia de políticas de mediano y largo plazo en el ámbito cultural, lo cual evidencia, entre otras cosas, la falta de una cultura de la planificación en el sector público.

Es significativo que una de las fuentes que más proveyó datos secundarios fue la establecida en la Memoria Informativa 2002 de la Secretaría de Cultura de la Nación, que revela no sólo la carencia de ciertos datos de valiosa significación, sino también la existencia de información que no puede ser confrontada y afianzada, pues por un lado responde a criterios disímiles de recolección y, por otro, carece de base teórica y presenta líneas de desarrollo y de extensión muy desiguales.

Emergen ciertos obstáculos con respecto a las reparticiones de Cultura de las Provincias, observándose que “hay provincias que no han entregado la información solicitada, algunas provincias proporcionaron informes más completos que otras, dentro de estos informes algunos ítems están más detallados que otros, variando de provincia en provincia”[14]. En determinadas ocasiones se ha podido constatar por otras fuentes la existencia de ciertos datos, pero los organismos han ignorado o negado los pedidos de colaboración.

Es interesante volver a citar al consultor cuando describe una situación recurrente a lo largo de todo el proceso de construcción de los datos de este proyecto. Específicamente la utilización de entrevistas ha tenido una importancia central, pero su potencial también tuvo sus límites.

Los entrevistados, aunque calificados en la materia, no necesariamente conocen, especifican y/o mencionan siempre del mismo modo y con precisión cuestiones relevantes como la jerarquía institucional de las diferentes reparticiones y dependencias de cultura, la dirección postal y formas de contacto completas, los nombres de las autoridades o responsables de las entidades. Los entrevistados muchas veces saben llegar a la institución pero no recuerdan con precisión su ubicación. Suelen mezclarse referencias a Secretarías, Subsecretarías y Direcciones de Cultura para referirse al mismo organismo, y cuando faltan organigramas de las estructuras provinciales se hace complejo reconstruir a qué están aludiendo. Algo similar ocurre con las dependencias, como Direcciones, Departamentos, Áreas, Institutos, Escuelas, etc., que aparecen mencionadas de diferentes maneras y respondiendo a diferentes jerarquías. Ello puede deberse al conocimiento limitado o impreciso, a cambios ocurridos en el tiempo de las estructuras y jerarquías institucionales inadecuadamente absorbidas, a formas vulgares y coloquiales de nombrar una institución que no prestan atención a su denominación oficial actual. Un ejemplo claro de esta situación, es el catálogo impreso de una exposición de artes plásticas de Santiago del Estero, donde los artistas aparecen como habiendo egresado de la Escuela de Bellas Artes Juan Yaparí, de la Escuela Nacional de Bellas Artes del Norte Juan Yaparí, del Instituto de Bellas Artes Juan Yaparí, del Instituto Superior de Bellas Artes Juan Yaparí, del isba Juan Yaparí, de la Academia de Bellas Artes Juan Yaparí, de la Academia Nacional de Artes Juan Yaparí. Si a ello se suma que en las entrevistas usualmente se habla de egresados de Bellas Artes, de la Academia de Bellas Artes, de la Escuela de Bellas Artes, del isba Juan Yaparí, se comprende la dificultad de reconstruir, y sobre todo cuando falta información oficial, cuál de todas ellas es la denominación correcta, cuál es su jerarquía institucional, a qué nivel (nacional, provincial, municipal) corresponde, a qué sector pertenece (público, privado, asociativo). Ni que decir de lo que ello supone para la obtención de datos como dirección, teléfono, director, etcétera.

La recolección de datos secundarios (a través de la web, folletos, cartillas y material institucional) presentó una confiabilidad relativa. La información resultante no fue homogénea, ni se ajustó con rigurosidad a la información requerida por los TDRs; además es habitual que su origen no sea transparente pues no se explicita como se elaboraron los datos. La información existente en las fuentes secundarias se encuentra desactualizada, no es específica, no da indicios de la relevancia de sus contenidos o bien se encuentra fuertemente teñida por las buenas intenciones o las fantasías de sus productores. 

Ha sido recurrente el hecho de que el consultor se haya encontrado con que:

En algunos casos se dispone de información detallada de museos, pero no de fiestas populares, en otros casos hay listados extensos de estas últimas pero sin mayores detalles. La sobreabundancia de datos oficiales de los que se desconocen cualidades y características definitorias para establecer su significación, no contribuye a la selección de los casos más relevantes. En tal sentido el material que elevamos presenta un grado disímil de desarrollo pues de algunos temas hay datos más accesibles y/o más abundantes que otros. Así, por ejemplo, mientras bibliotecas y museos son tópicos de los que se encuentra información por múltiples canales, no ocurre lo mismo con arquitectura y diseño.

Con respecto a esto, es preciso señalar que las fuentes de indagación suelen despertar confusión pues cuando hay listados éstos no siempre son coincidentes en la información; así, hay datos proporcionados por entrevistas, por las entidades públicas de cultura o por las instituciones privadas que no son concordantes con los registrados, por ejemplo, a través de la consulta en las páginas web de determinados organismos descentralizados de cultura, como el INCAA.

Lo expuesto intenta sintetizar y revelar la complejidad inherente al objeto de estudio de este proyecto. La naturaleza de los datos implicados en los diferentes componentes de este trabajo provocó la exigencia en la utilización de estrategias diferentes en cuanto a las técnicas de selección y elaboración de información que se emplearon. Muchas decisiones metodológicas se tomaron durante el mismo proceso de elaboración de los datos, a partir del distanciamiento entre lo previsto en la etapa del diseño y los obstáculos hallados en el trabajo de campo. La confiabilidad y validez en este tipo de estudios, donde se articulan métodos y técnicas de diferente naturaleza, es más compleja que la de aquellas investigaciones que se respaldan únicamente en la teoría estadística, ya que se debe explicitar y fundamentar cada toma de decisión en el plano teórico y pragmático.

 

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[1] Carrasco, S., Indicadores Culturales, una reflexión, Encocult, 1999.

[2] Dávila, A., Las perspectivas cualitativa y cuantitativa en las ciencias sociales: debate teórico y e implicaciones praxeológicas” en Métodos y técnicas cualitativas de investigación en ciencias sociales, Síntesis, Madrid, 1999.

[3] Thévenin, D., “La evaluación cultural y la metodología de las estadísticas en Francia”, en ¿Qué pasa con la Cultura?, mec/ fas, Uruguay, 1997.

[4] “La teoría de los indicadores supone una total adhesión a lo instituido (...) la característica principal de la teoría de los indicadores consiste en que está imposibilitada para tratar con toda categoría que escape a todo aparato de integración estadística que ha de preexistirle.” Dávila, A., “Las perspectivas metodológicas cualitativa y cuantitativa en las ciencias sociales: debate teórico e implicaciones praxeológicas”, en Delgado, J. M. y Gutiérrez, J., Métodos y técnicas cualitativas de investigación en ciencias sociales, Síntesis, Madrid, 1999.

 

[5]El sistema ideológico determina las representaciones de lo social que tienen los actores, pero sus leyes de organización no aparecen como tales a las conciencias de éstos. Las categorías ideológicas organizan en forma natural y la visión de la sociedad que tienen los individuos, pero el observador puede describir sistemáticamente propiedades de ese cuerpo de representaciones, de la que los actores, por definición, no tienen ninguna conciencia”. Verón, E., Lenguaje y comunicación social, Nueva Visión, Buenos Aires, 1968.

 

[6] Gallart, M., Métodos cualitativos II, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1993.

[7] García Canclini, N., Cultura y comunicación: entre lo global y lo local, Ediciones de Periodismo y Comunicación, La Plata, 1997.

[8] Ibáñez, J., Más allá de la sociología, Siglo XXI, Madrid, 1979.

[9] Gallart, M., Métodos cualitativos II, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires,1993.

[10] 37) 7 Música 7.1 Descripción de la situación actual, tendencias y políticas en el sector de la Música. 7.2. Principales Orquesta/ s de la Nación 7.3. Centros de referencia de la Música 7.4. Centros de Investigación y de Formación profesional y/o técnica 7.5. Publicaciones especializadas

[11] Sierra, F., “Función y sentido de la entrevista cualitativa en investigación social”, en Galindo Cáceres, L. J. (coordinador), Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, Addison Wesley Longman, México, 1999.

[12] 2) 2.1. Territorio 2.1.1 Extensión. 2.1.2 Regiones biogeográficas. 2.2. Población 2.2.1 Número de habitantes. 2.2.2 Proporción Población Urbana-Rural. 2.2.3 Pirámide de población. (Porcentaje de tres bloques: menores de 15, de 15 a 64 y mayores de 65). 2.2.4 Tasa de analfabetismo. 2.2.5 Grupos y minorías étnicas, enunciación, cuantificación (si es pertinente). 2.2.6 Idiomas y dialectos. Mapa lingüístico.

[13] 2) 2.1. Territorio

2.1.1 Extensión.

2.1.2 Regiones biogeográficas.

2.2.  Población

2.2.1 Número de habitantes.

2.2.2 Proporción Población Urbana-Rural.

 2.2.3 Pirámide de población. (Porcentaje de tres bloques: menores

de 15, de 15 a 64 y mayores de 65).

2.2.4 Tasa de analfabetismo.

2.2.5 Grupos y minorías étnicas, enunciación, cuantificación (si es pertinente).

2.2.6  Idiomas y dialectos. Mapa lingüístico.

 

[14] Rubens Bayardo, investigador miembro del Estudio.

ISSN 1668-5024
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